roma mora amor

Me encantaría demostrarle que está equivocado, que el amor no limita sino que libera, que es mentira la falta, que sobran aventuras, que el mundo se duplica, que la adrenalina se ensancha y que las ganas son más; pero él no escucha, es de la vieja escuela. Mi "él" de hoy cree que el amor es una trampa, que el compromiso con otro te hace infiel con vos mismo y que la recompensa de conseguir la presa no es más que el robo del entusiasmo que justificaba aquél esfuerzo. El pibe que hoy es el único pibe, está seguro de que las hormonas tienen impulsos que no dependen de la lógica que requiere el respeto a la palabra, defiende la postura del libre albedrío en todas sus interacciones heterosexuales con el fin de ponderar la naturaleza en las decisiones que nutren su persona, enarbola la simpleza de disfrutar el momento sin intervención de consulta sobre el futuro y no deja de repetirme que justifica su postura, con la experiencia.Este hombre del que escribo y cuya capacidad para convencerme le vino innata, todos los días me invita a cuestionar mis estructuras al mando de su lúdico diseño contractual, impartiendo ilusiones en ratos y rincones se esfuerza porque no me falte nada de lo que dice que no puede dar, y esquivando balas con ancha sonrisa, abre esos ojos que reflejan -una vez más- que él no tiene estratagema en esta contienda, que él no busca un premio mayor al momento. Que me confundo si quiero discutir.Creo que cuando las circunstancias acuerden con la voluntad va a saber porqué le presenté a Saint-Exupéry, ese día va a sentir que "amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección", ese día le voy a poder fundamentar que su argumento no era cierto, ese momento mágico nos va a encontrar donde todo el universo se conjuga en la cristalización de la complicidad... O tal vez no, y ese día sólo sea uno más de los que no van a venir, y así, muy lejos de haberlo educado, va a ser él quién se convierta en mi maestro.